El Congo es rico en biodiversidad, con una flora muy rica, una fauna con especies que se encuentran en pocos países del planeta. Otras, como por ejemplo el Okapi, una especie rara, en el planeta tierra, se puede admirar único y exclusivamente en las selvas del Noroeste del Congo.
El Congo ha sido descrito muchas veces como un «escándalo geológico» por la riqueza de su subsuelo en muchas partes del país, pero sobre todo en la más oriental, en las provincias de Kivu-Norte y Kivu Sur. En esta última es donde trabaja AMIDECON. Aquí se produce el 80% del coltán del mundo (fundamental en la construcción de móviles, equipos electrónicos y energía nuclear). También la RD del Congo posee una gran riqueza en diamantes, oro, cobre, zinc y otro tipo de minerales.
A pesar de esto una tierra sumamente fértil para la agricultura y ganadería, se da la paradoja de que el 80% de sus habitantes tienen enormes carencias en aspectos como Derecho al agua y Saneamiento, Derecho a la Educación, Derecho a la Salud, Derecho a una vivienda Adecuada además de un nulo empoderamiento de la mujer.
Ese 80% de la población vive con menos de dos dólares al día en un país donde el coste de los artículos de primera necesidad son tan caros como en occidente.
Para contar toda la riqueza natural de ese país en el corazón de África, se podrían escribir cantidad de páginas.
Con la explotación de todo este poder geológico por parte de sus habitantes se podrían solucionar todas las carencias que les acucian. El problema es que los habitantes del país y, concretamente de la zona oriental, están al margen de la explotación de esos minerales.
Es Occidente y sus multinacionales, en colaboración con explotadores nativos, los que extraen todo el coltán y otros minerales, utilizando muchas veces a niños que trabajan 12 y 16 horas por remuneraciones míseras. De hecho, el coltán, se comercializa a través de Ruanda y, siquiera, a veces, figura como congoleño.
Que fácil sería que esos beneficios revirtieran en la población y eso conllevaría un acceso al agua potable, a una alimentación adecuada, a una sanidad mínima, a una educación gratuita y, en concreto, a la satisfacción de los principales derechos humanos incluidos en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.
En la RD del Congo, hay tres climas:
La temporada seca se extiende de abril a agosto mientras que la lluviosa abarca de septiembre a marzo.
Esta combinación de climas hace que en el Congo se agrupen multitud de vegetación y fauna, dotando ha esta tierra de una gran diversificación y riqueza.
